Iglesia Parroquial

Historia del municipio

La situación geográfica de Aspe, emplazado en el centro del corredor natural del Vinalopó, influyó decisivamente en su origen. El primer asentamiento humano del que tenemos noticias se remonta a los restos paleolíticos encontrados en la «Cueva del Roll», aunque es durante la Edad del Bronce en la que se constata un notable aumento de la densidad de población. De esta época datan los hallazgos del Tabayá y Murón de La Horna. Del período tardorromano o mejor alto medieval, tenemos una necrópolis excavada en «Vistalegre», con hallazgos de presentes funerarios en 63 tumbas.

Con la ocupación musulmana en el siglo VII, Aspe pasa a formar parte de la provincia musulmana conocida como Cora de Tudmir. En el siglo XI nuestra población pasa al reino Taifa de Denia y es cuando aparece el nombre de «Asf», citado por primera vez por el geógrafo árabe Al-Udri, formando parte como alquería en el itinerario de Murcia a Valencia. Los árabes, quienes ocuparon lo que se ha conocido durante siglos como «El Azp Viejo», proyectan su cultura, religión, etc., fundando «El Aspe Nuevo». Canalizaron para el riego de sus huertas las aguas que discurrían libremente por el río Tarafa, que fueron encauzadas desde las cotas de nivel más altas creando una huerta fértil, regada por las acequias Aljau y Fauquí, cuyos nombres perduran todavía.

Iglesia Parroquial

Iglesia Parroquial

A partir de la Reconquista, llevada a cabo por el rey Jaime I, se determina la evolución histórica de Aspe con el Tratado de Almizrra en 1244, quedando Aspe incluida dentro de la Corona de Castilla. En 1296, Jaime II invade estos territorios arrebatando Aspe a don Juan Manuel, pasando a pertenecer a la Corona de Aragón y formando parte del Reino de Valencia, produciéndose la incorporación plena tras la Sentencia Arbitral de Torrellas en 1304. El 28 de noviembre de 1497, don Gutierre de Cárdenas compra la villa de Aspe a don Joan Roig de Corella, conformando con Elche y Crevillente el Marquesado. Las tres villas, junto a Torrijos y otros municipios, permanecieron bajo la misma autoridad y administración señorial durante tres siglos y medio.

Los albores del siglo XVII son determinantes en la historia de Aspe por la expulsión de los moriscos. La mayoría de los 2.250 vecinos que contaba Aspe en el año 1609 abandonan la población, quedando ésta prácticamente vacía, las labores agrarias paralizadas, y, en definitiva, suspendidas la mayor parte de las actividades económicas. El Señor titular de la Villa intentó paliar el vacío demográfico atrayendo a gentes de otras zonas. Se crea para ello la «Carta Puebla», el 22 mayo de 1611, documento por el cual el Duque de Maqueda hacía donación de lotes de tierras a los nuevos colonos. La casa señorial de Maqueda-Arcos-Altamira percibía la gran mayoría de los impuestos, y por ello promovió y financió los edificios más singulares de Aspe: el ayuntamiento, terminado de construir en 1641, el hospital, la Casa Palacio y la Iglesia Parroquial, cuya obra se inició a finales del siglo XVII.

El siglo XIX trae importantes cambios administrativos. En 1834, se constituye la provincia de Alicante como tal y en 1839 se produce la separación de la pedanía de Hondón de las Nieves. En 1851, una serie de disposiciones legales terminan con el Régimen Señorial y la Casa de Altamira cede los derechos de la tierra a los enfiteutas aspenses mediante venta.

En 1915 fue constituida la Comunidad de Propietarios de Agua y al año siguiente, el 20 de julio, se comenzó a subastar el agua en la sede de la Comunidad. El 15 de agosto de ese mismo año se inauguró el Asilo de Ancianos, fundado por María Botella Cremades; el 25 de marzo de 1922 se inaugura el Teatro Wagner; el 13 de mayo de 1928 funciona el servicio de aguas a domicilio; en 1942 se inaugura el Parque Dr. Calatayud, y en 1948 se ensancha el Puente del Baño y se asfalta la carretera.

Agricultura

Viñas

Viñas

La agricultura aspense ha sido protagonista, a partir de los cincuenta, de una transformación coetánea con el despegue industrial. Un hecho decisivo fue el alumbramiento de nuevos pozos de agua en La Ofra y en El Tolomó. Los cultivos de regadío también sufrieron considerables cambios. Muchos de los tradicionales han desaparecido o experimentado un claro retroceso. El caso de las hortalizas es un claro ejemplo, cuya rentabilidad cayó ante los elevados precios del agua para riego. Por el contrario, extendieron sus dominios ciertos frutales y, especialmente, la uva de mesa, que llegó a ocupar los lugares más recónditos del término, en sus dos formas de cultivo, de espaldera y emparrado convirtiéndose prácticamente en monocultivo. No obstante, sobre la agricultura aspense, con nuevo peso específico en la economía local, gravita una serie de problemas que dificulta su funcionamiento. Quizás, el más acuciante sea la escasez de agua.

El poseer un clima de bajas precipitaciones provoca la necesidad de disponer de grandes cantidades de agua para el riego. Este elemento procede, fundamentalmente, del acuífero de la Sierra de Crevillente, que se aprovecha mediante una serie de pozos en la partida del Tolomó. Estos pozos, sobreexplotados durante más de 25 años, vieron disminuir su caudal aflorado, aumentar la profundidad de las aguas (creciendo los costes de extracción) y elevarse, hasta límites casi insostenibles, el grado de salinidad. La política de construcción de embalses en los últimos años, como El Federal y El Rabosero, unidos a los ya existentes de Borisa y Los Morteros, ha sentado las bases para la gestión de una política acuífera que pasa por la intercomunicación de estos vasos así como, completar sus caudales con las aguas depuradas sobrantes del Barranco de las Ovejas. Sin contar el proyecto de transvase desde el Júcar al Vinalopó que solucionará definitivamente esta carencia de agua.La uva de Aspe logró en el año 1988 la denominación de origen «Uva de mesa embolsada del Vinalopó», junto con la de los municipios vecinos de Novelda, Monforte del Cid, Agost, Hondón de las Nieves, Hondón de los Frailes y La Romana.

La Industria

Mercado de abastos

Mercado de abastos

Las florecientes industrias surgidas del espectacular crecimiento económico de Aspe, a finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, se truncaron al comienzo de los setenta.

Tras la crisis de 1973, empiezan a notarse los nuevos vientos internacionales de recuperación económica, especialmente, en las industrias auxiliares del calzado y químicas (caucho y plástico). Se constata también un crecimiento notable en la industria del mueble y, a finales de los ochenta e inicios de los noventa, un gran impulso de la construcción. La labor municipal apostó en esta época crear suelo público industrial y residencial. Fruto de ello, por ejemplo, han sido los polígonos industriales «Tres Hermanas» I y II, y el polígono residencial La Nía.